El partido empezó parejo, con la Yunta proponiendo cosas –como siempre- y sus rivales aguantando en el fondo para salir de contra. El estado del campo de juego, muy embarrado a causa de las lluvias persistentes de los días anteriores, y la calidad del balón (“un globo”, según palabras de Peluca Charnas), atentaron contra el estilo de juego de los de flúo, que siempre buscan el pase preciso por abajo. Así fue que únicamente por errores propios, los de A confirmar se fueron animando con pelotazos, centros y tiros libres, aprovechando que la defensa del último subcampeón no terminaba de hacer pie en las condiciones adversas del partido, y que el simpático juez (una especie de justiciero del silbato) cobraba “mancha” cerca del área de Atila. Pero, éste arquero (que volvía después de un tiempo de inactividad) sacó a relucir sus pergaminos y le puso el pecho a las balas tempraneras, sacando un par de disparos al arco y centros complicados, logrando que el equipo empezara a tomar confianza desde la base.
Pasados los primeros diez minutos, donde los amigos de Santecchia (que hace una semana empataron dignamente y casi le ganan el partido al candidato al título Comechingones), dejaron de lado su atrevimiento y se fueron desdibujando en el terreno, como las líneas de cal pisoteadas. Para que las cosas se acomodaran fue muy importante la rotación que propuso desde el banco JP Sánchez Loria, un Manager -DT con visión e inteligencia. También fue importante que Charnas se amigara con la pelota, y se animara a armar jugadas de riesgo apoyado en su eterno compadre José Escalante, y en las subidas de Pato, Sebi y Maurito.
Civitillo volvió y dio lo mejor de sí; Juampi tomó las decisiones importantes desde el banco, y Andy selló el pasaporte a semis con un gol muy oportuno
Pero tal vez el mayor punto de inflexión en el partido estuvo a los 11’ de la primera etapa, cuando el eterno Civitillo concretó su nueva vuelta al fútbol, y con su temperamento aportó para que la Yunta confiara más en sí misma; de hecho, casi participa en la apertura del marcador tras una exquisita habilitación para Ivo entre dos defensores, pero lamentablemente la joven estrella del equipo no pudo coronar la jugada con una definición precisa. A partir de ahí, se sucedieron jugadas de peligro por ambos costados del ataque, donde los de flúo apelaron a diversos recursos para pasar al frente: centros (en uno de ellos casi el Loco Etchart grita su cuarto gol del torneo), remates desde afuera y pases en profundidad, que no terminaron en gol por culpa del destino, la mala fortuna y algún que otro reflejo del arquero rival.
El segundo tiempo siguió siendo un monólogo amarillo, y fiel a su fluorescencia, el equipo empezó a brillar a medida que bajaba la luz solar. A los 2’ del complemento se acabó la suerte para los rivales, y –cuando parecía que la pelota no iba a entrar nunca- Sebi Espósito tomó las riendas de la fortuna, se escapó por derecha, pasó a un defensor y clavó una terrible bomba que destrozó los guantes de Santecchia, la red y taló algunos árboles que reposaban detrás del arco que da al club.
Roto el maleficio, las cosas se hicieron más sencillas, ya que los de A confirmar tuvieron que adelantarse en el terreno, dejando espacios libres para la magia de Charnas, y los piques de Herno, Pato y compañía. El loco Etchart y Atila cerraron las compuertas del área y el arco, y permitieron que sus compañeros trabajaran la victoria tranquilos, sin sentir la presión de qué pasaría si llegaba el empate.
Ivo desplegó su magia, pero la pelota no quiso entrar...
Así fue que la Yunta reguló sus energías sin replegarse demasiado, esperando el error de los rivales para dar el zarpazo final. Zarpazo que llegó a los 11’ , cuando Andy Smurra capitalizó un rebote que dio Santecchia después de un tiro de Peluca, y decoró el resultado con un 2 a 0 tranquilizador, y más acorde a las circunstancias.
Los minutos restantes se jugaron casi por compromiso (al igual que los Murciélagos, hubo que adivinar dónde estaba la pelota en medio de la oscuridad del bosque de Victoria), y pareció que Charnas era víctima de un maleficio de goles errados. Ante tanta superioridad de la yunta, el juez (apelando a su conciencia social) hizo todo lo posible para que los de blanco hicieran el gol del honor. Gol que tuvieron en bandeja cuando Etchart despejó mal una pelota al medio, y dejó mano a mano a un delantero contrario. Pero el pobre muchacho no estuvo, al igual que su equipo, a la altura de las circunstancias, y reventó el globo al fondo del pantano. Maurito Ríos, por su parte, tuvo la posibilidad de entrar en la lista de goleadores, cuando esquivó a un adelantado Santecchia y disparó suave contra un arco desprotegido; pero un defensor voló y la sacó con la mano, haciendo que la pelota pegara en el poste. El árbitro hizo la vista gorda, porque “para qué lo voy a cobrar si ya estaban ganando” (juez dixit), y mantuvo a los rivales con respirador artificial hasta que la luna dijo “basta”, para dar rienda suelta a la alegría fluorescente.
Esta instancia sirvió para demostrar que la Yunta remixada está más viva que nunca (“pasan los años, pasan los jugadores…”), y que se hizo sólida en todas sus líneas. No hace falta golear para ganar un partido, aunque muchos ya se habían acostumbrado. Lo importante ahora es redondear un resultado favorable, aunque sea por la mínima diferencia, ya que los rivales de esta etapa son los más fuertes del torneo. Así que las semis serán una nueva prueba de fuego, esta vez contra los integrantes del “Turbio pase de Dalessandro”, que derrotaron sorpresivamente por penales a “Vander+6” (alias PAMI). Lo que queda claro es que este equipo sólo depende de sí mismo para levantar el trofeo que le fue esquivo el año pasado, y que este semestre tiene todas las chances de inaugurar la vitrina.

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