Primer penal, patea Maurito y goooooooooooooooool!!!
Segundo penal, patea Ivo y cantalo cantalo cantaloooooooo!!
Dale campeón, dale campeón!!!
Vení vení, cantá conmigo...
HUEVO HUEVO HUEVO, YUNTA YUNTA YUNTA!!!
Primer penal, patea Maurito y goooooooooooooooool!!!
Segundo penal, patea Ivo y cantalo cantalo cantaloooooooo!!
Dale campeón, dale campeón!!!
Vení vení, cantá conmigo...
HUEVO HUEVO HUEVO, YUNTA YUNTA YUNTA!!!
Hubo muy pocas situaciones de gol
El partido pudo haberse definido a favor de los dirigidos por Sánchez Loria, cuando Ivo Charnas (que jugó el partido más sacrificado desde que se formó este conjunto) quedó solo frente a Pancho García, y no pudo definir con precisión de espaldas al arco. Y sin mucha más claridad en el juego, el pitido final llevó a lo que muchos presagiaban y temían: la lotería de los penales.
Atila ganó el sorteo, y decidió que sus compañeros comenzarían pateando. Herno Civitillo convenció a Maurito Ríos de ir primero en la serie, y no se equivocó, pues este muchacho de Pergamino acertó su remate, colocándolo fuerte junto al palo izquierdo del uno contrario, que voló para el lado opuesto. Enseguida vino el turno de Alberio para Comechingones, que miró a Atila, tomó carrera, hizo un pequeño freno en la misma al estilo Ortgea, y… lamentablemente para él, sus compañeros y la tribuna hostil, la pelota se perdió lentamente por el palo derecho del uno, que igualmente se había volcado para ese lado.
Con la serie 1 a 0 a favor, fue entonces el turno de Ivo Charnas, que tenía en sus pies la posibilidad de borrar el mal trago de la final del semestre pasado (cuando el arquero de Mala Yunta le contuvo su disparo). Preparen, apunten y fuego, porque esta vez Peluca no falló, y con un tiro alto a la derecha del golero García puso las cosas 2 a 0 para los suyos. Le presión quedaba entonces sobre los botines del próximo pateador comechingón, que no podía errar su disparo, pues en caso contrario su equipo perdería la final.
Es en momentos así donde se demuestra de qué está hecho un jugador. En esa eterna carrera del contrario hacia el balón, Atila tuvo la convicción de que las cosas se torcerían a su favor, y como en gran parte del partido, dejó que la suerte decidiera el rumbo de los acontecimientos, quedándose estático en la línea de cal (como también hizo en algunas instancias del partido, pese al reproche de sus compañeros). Como se dijo en la crónica anterior, un campeón necesita no sólo algo de talento, sino también una cuota de suerte, y fue ese factor extra, ajeno al esfuerzo humano (y tal vez propiedad de los dioses) el que decidió la serie a favor de la Yunta, pues la pelota se fue más de un metro desviada, para algarabía de los de flúo.
Acto seguido, una montaña humana se abalanzó sobre el sorprendido Atila, en un abrazo grupal que ninguna cámara podrá reflejar en toda su intensidad; era la gran revancha, luego de aquella final que también se definió desde los doce pasos, pero en esa ocasión con un final menos feliz. La vuelta olímpica coronó el rito sagrado de un conjunto que batalló por cada centímetro de gloria, y que desde un espíritu colectivo de entrega, diversión y constancia supo sortear con eficacia cada instancia del torneo.
La Yunta festejó el título durante largo rato.
SALUD, BUENA YUNTA, YA ESTÁS ENTRE EL SELECTO GRUPO DE LOS CAMPEONES DE SAN ANDRÉS, QUE NO ES POCO. A disfrutar, porque el presagio agorero de quienes sostenían que “todavía no ganaron nada” se ha roto, a fuerza del mejor fútbol que estas canchas han visto en mucho tiempo. Porque se puede ganar jugando mezquinamente, pero eso es como recibir un pescado de regalo; pero lo mejor es ganar jugando un fútbol exquisito, porque eso es como regalarse una caña de pescar.
Gracias poetas del césped, por esta ENORME ALEGRÍA, por esta postal colectiva y por un sueño cumplido, incluso literalmente. Y gracias, sobre todo, por creer que imposible era sólo una palabra…
Hasta la Victoria siempre.
"Vamos la Yunta, no le falles a tu hinchada..."
Civitillo volvió y dio lo mejor de sí; Juampi tomó las decisiones importantes desde el banco, y Andy selló el pasaporte a semis con un gol muy oportuno
Pero tal vez el mayor punto de inflexión en el partido estuvo a los 11’ de la primera etapa, cuando el eterno Civitillo concretó su nueva vuelta al fútbol, y con su temperamento aportó para que la Yunta confiara más en sí misma; de hecho, casi participa en la apertura del marcador tras una exquisita habilitación para Ivo entre dos defensores, pero lamentablemente la joven estrella del equipo no pudo coronar la jugada con una definición precisa. A partir de ahí, se sucedieron jugadas de peligro por ambos costados del ataque, donde los de flúo apelaron a diversos recursos para pasar al frente: centros (en uno de ellos casi el Loco Etchart grita su cuarto gol del torneo), remates desde afuera y pases en profundidad, que no terminaron en gol por culpa del destino, la mala fortuna y algún que otro reflejo del arquero rival.
El segundo tiempo siguió siendo un monólogo amarillo, y fiel a su fluorescencia, el equipo empezó a brillar a medida que bajaba la luz solar. A los 2’ del complemento se acabó la suerte para los rivales, y –cuando parecía que la pelota no iba a entrar nunca- Sebi Espósito tomó las riendas de la fortuna, se escapó por derecha, pasó a un defensor y clavó una terrible bomba que destrozó los guantes de Santecchia, la red y taló algunos árboles que reposaban detrás del arco que da al club.
Roto el maleficio, las cosas se hicieron más sencillas, ya que los de A confirmar tuvieron que adelantarse en el terreno, dejando espacios libres para la magia de Charnas, y los piques de Herno, Pato y compañía. El loco Etchart y Atila cerraron las compuertas del área y el arco, y permitieron que sus compañeros trabajaran la victoria tranquilos, sin sentir la presión de qué pasaría si llegaba el empate.
Ivo desplegó su magia, pero la pelota no quiso entrar...
Así fue que la Yunta reguló sus energías sin replegarse demasiado, esperando el error de los rivales para dar el zarpazo final. Zarpazo que llegó a los 11’ , cuando Andy Smurra capitalizó un rebote que dio Santecchia después de un tiro de Peluca, y decoró el resultado con un 2 a 0 tranquilizador, y más acorde a las circunstancias.
Los minutos restantes se jugaron casi por compromiso (al igual que los Murciélagos, hubo que adivinar dónde estaba la pelota en medio de la oscuridad del bosque de Victoria), y pareció que Charnas era víctima de un maleficio de goles errados. Ante tanta superioridad de la yunta, el juez (apelando a su conciencia social) hizo todo lo posible para que los de blanco hicieran el gol del honor. Gol que tuvieron en bandeja cuando Etchart despejó mal una pelota al medio, y dejó mano a mano a un delantero contrario. Pero el pobre muchacho no estuvo, al igual que su equipo, a la altura de las circunstancias, y reventó el globo al fondo del pantano. Maurito Ríos, por su parte, tuvo la posibilidad de entrar en la lista de goleadores, cuando esquivó a un adelantado Santecchia y disparó suave contra un arco desprotegido; pero un defensor voló y la sacó con la mano, haciendo que la pelota pegara en el poste. El árbitro hizo la vista gorda, porque “para qué lo voy a cobrar si ya estaban ganando” (juez dixit), y mantuvo a los rivales con respirador artificial hasta que la luna dijo “basta”, para dar rienda suelta a la alegría fluorescente.
Esta instancia sirvió para demostrar que la Yunta remixada está más viva que nunca (“pasan los años, pasan los jugadores…”), y que se hizo sólida en todas sus líneas. No hace falta golear para ganar un partido, aunque muchos ya se habían acostumbrado. Lo importante ahora es redondear un resultado favorable, aunque sea por la mínima diferencia, ya que los rivales de esta etapa son los más fuertes del torneo. Así que las semis serán una nueva prueba de fuego, esta vez contra los integrantes del “Turbio pase de Dalessandro”, que derrotaron sorpresivamente por penales a “Vander+6” (alias PAMI). Lo que queda claro es que este equipo sólo depende de sí mismo para levantar el trofeo que le fue esquivo el año pasado, y que este semestre tiene todas las chances de inaugurar la vitrina.